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20 is 10. Desarrollo de la resiliencia: Fortalecimiento de habilidades psicosociales para prevenir daños por el juego de azar

Professionals chapter 10. Desarrollo de la resiliencia: Fortalecimiento de habilidades psicosociales para prevenir daños por el juego de azar


Este capítulo se centra en el fortalecimiento de las habilidades psicosociales para prevenir los daños relacionados con el juego, haciendo hincapié en la gestión del estrés, la regulación emocional, la resiliencia, la gestión de la presión de grupo y las capacidades interpersonales. (Estas habilidades fundamentales pueden integrarse en los programas educativos, los servicios para jóvenes y las iniciativas comunitarias para ayudar a los jóvenes a evitar los daños relacionados con el juego).

a) El estrés y cómo afrontarlo

El estrés es un factor importante que lleva (a muchos/as jóvenes) a adoptar comportamientos poco saludables, incluido el juego. Ya se trate de presiones académicas, retos sociales o problemas familiares, el estrés puede servir como desencadenante de la evasión. El juego, con sus recompensas y distracciones inmediatas, se convierte a menudo en una válvula de escape para controlar el estrés. Enfoques clave para afrontar el estrés:

  • Identificar los factores estresantes: El primer paso para gestionar el estrés es reconocer las fuentes de estrés (en la vida de un/a joven). Esto podría incluir las expectativas académicas, las presiones de los/as compañeros/as o la dinámica familiar. Actividades como llevar un diario, ejercicios de reflexión o debates en grupo pueden ayudar a los/as jóvenes a articular sus factores de estrés.
  • Mindfulness y técnicas de relajación: Las prácticas de atención plena, como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y la meditación guiada, pueden ayudar a regular el estrés. Estas técnicas entrenan el cuerpo y la mente para responder al estrés de forma más saludable. Por ejemplo, ejercicios sencillos como la ”respiración 4-7-8” (inhalar durante 4 segundos, mantener la respiración durante 7 segundos y exhalar durante 8 segundos) pueden ayudar a activar el sistema nervioso parasimpático, reduciendo el estrés y promoviendo la calma.
  • Actividad física y ejercicio: Se ha demostrado que la actividad física, como caminar, correr o hacer yoga, reduce significativamente el estrés al liberar endorfinas y mejorar el estado de ánimo general. Las iniciativas basadas en la comunidad, como las ligas deportivas juveniles, las clases de fitness o incluso los paseos organizados, podrían servir como actividades regulares de reducción del estrés para los/as jóvenes, proporcionando una alternativa al juego como forma de alivio del estrés.
  • Apoyo social: Animar a los/as jóvenes a buscar el apoyo de amigos, familiares o consejeros de confianza puede ayudarles a afrontar el estrés de forma más saludable. Los grupos de apoyo entre iguales o los entornos de asesoramiento grupal pueden proporcionar un espacio para que las personas compartan experiencias y desarrollen colectivamente estrategias de afrontamiento.

Ejemplo práctico:

Un programa escolar podría incorporar los ”Jueves de alivio del estrés”, en los que los/as alumnos/as participan en ejercicios de atención plena, actividades al aire libre o debates entre iguales sobre la gestión del estrés. Estas actividades podrían estar diseñadas para mostrar a los/as estudiantes cómo gestionar los momentos de estrés sin recurrir a mecanismos de afrontamiento poco saludables como el juego.

b) Emociones básicas y complejas

Los/as jóvenes juegan a menudo para escapar de emociones incómodas, como la ansiedad, el aburrimiento, la frustración o la soledad. El desarrollo de la inteligencia emocional -comprender y regular las emociones- puede proporcionar una base fundamental para prevenir los daños causados por el juego.

Emociones básicas: Incluyen sentimientos como la alegría, la tristeza, la ira, el miedo, la sorpresa y el asco. Los/as jóvenes pueden experimentar estas emociones en respuesta a acontecimientos vitales y, si no se gestionan bien, pueden impulsar comportamientos impulsivos como el juego.

Emociones complejas: Son una mezcla de emociones básicas y suelen ser más difíciles de identificar y gestionar. Por ejemplo, la vergüenza, la culpa o el bochorno pueden surgir de sentimientos de fracaso, exclusión social o de no cumplir las expectativas. Estas emociones pueden dar lugar a estrategias de afrontamiento inadaptadas, como recurrir al juego para obtener una sensación de alivio o evasión.

Técnicas para afrontar las emociones incómodas

  • Etiquetar las emociones: Ayudar a los/as jóvenes a identificar y etiquetar sus emociones es una poderosa herramienta para la regulación emocional. Por ejemplo, en lugar de decir ”estoy enfadado”, un/a joven puede aprender a decir ”estoy ansioso/a porque mañana tengo un examen”. Etiquetar las emociones ayuda a crear una sensación de control y comprensión sobre lo que están experimentando.
  • Técnicas cognitivo-conductuales (TCC): Las técnicas de TCC ayudan a las personas a identificar patrones de pensamiento negativos y a sustituirlos por pensamientos más sanos y equilibrados. Por ejemplo, si un/a joven se siente frustrado/a o desesperanzado/a por su situación actual, la TCC puede ayudarle a replantear estos pensamientos, como cambiar ”Nunca saldré adelante, ¿para qué molestarse?” por ”Ahora mismo es difícil, pero puedo dar pequeños pasos para mejorar”.
  • Expresión emocional: Animar a los/as jóvenes a expresar sus emociones a través de actividades creativas -como la escritura, el dibujo, la música o los juegos de rol- puede dar salida a sentimientos complejos y reducir la tentación de participar en juegos de azar como forma de adormecer las emociones.

Ejemplo práctico

Se puede crear un ”Muro de los sentimientos” en un centro juvenil o en un aula, donde los/as jóvenes escriban o dibujen sobre sus sentimientos cada semana. El muro puede ser un espacio de expresión y reconocimiento emocional, donde los/as compañeros puedan apoyarse mutuamente para hablar de sus experiencias emocionales. Esta práctica fomenta la conciencia emocional y ayuda a los/as alumnos/as a comprender que está bien tener emociones complejas, pero que hay formas más sanas de gestionarlas.

c) Resiliencia y prácticas que mejoran

La resiliencia es la capacidad de recuperarse de la adversidad, hacer frente a los retos y adaptarse a situaciones difíciles. Reforzar la resiliencia de los/as jóvenes les ayuda a superar los altibajos de la vida sin recurrir a mecanismos perjudiciales como el juego.

Prácticas que mejoran la resiliencia:

  • Optimismo y mentalidad de crecimiento: Enseñar a los/as jóvenes a adoptar una perspectiva optimista y una mentalidad de crecimiento -creer que las capacidades y la inteligencia pueden desarrollarse mediante el esfuerzo- puede mejorar significativamente su capacidad de recuperación. Por ejemplo, en lugar de ver el fracaso como una razón para rendirse, una mentalidad de crecimiento anima a ver los reveses como oportunidades para aprender y mejorar.
  • Desarrollar habilidades para resolver problemas: Enseñar a los/as jóvenes a analizar los problemas y encontrar soluciones les ayuda a sentir que controlan mejor sus vidas. Los programas centrados en el pensamiento crítico y la toma de decisiones, como los juegos de rol o los ejercicios estructurados de resolución de problemas, pueden dar a los/as jóvenes las herramientas que necesitan para afrontar situaciones difíciles sin recurrir al juego.
  • Relaciones de apoyo: Las relaciones sólidas y de apoyo son cruciales para desarrollar la resiliencia. Los programas que hacen hincapié en la importancia de contar con mentores positivos, familiares o amigos que proporcionen aliento y orientación pueden reforzar la sensación de seguridad de los/as jóvenes y ayudarles a desarrollar la resiliencia.

Ejemplo práctico

Un programa de fomento de la resiliencia juvenil puede incluir retos de grupo en los que los/as participantes trabajen juntos para resolver problemas, compartir recursos y reflexionar sobre su aprendizaje. Podría tratarse de una mezcla de actividades de trabajo en equipo, como escape rooms, debates en grupo o proyectos sociales que ayuden a los/as participantes a darse cuenta de sus puntos fuertes para superar las dificultades.

d)  La presión de grupo

La presión de grupo es un factor importante que lleva a los/as jóvenes a jugar, especialmente cuando el juego se normaliza o se le da glamour dentro de los grupos de iguales. Para ayudar a los/as jóvenes a resistirse a los comportamientos de riesgo es esencial que desarrollen las habilidades necesarias para gestionar la presión de grupo.

Técnicas para controlar la presión de grupo:

  • Formación en asertividad: Enseñar a los/as jóvenes a decir no con seguridad y asertividad es fundamental. La formación en asertividad implica ayudarles a comunicar sus límites de forma clara y respetuosa. Por ejemplo, un juego de rol podría consistir en practicar cómo rechazar una invitación a jugar, con frases como: ”No me interesa el juego” o ”Eso no es lo mío”.
  • Desarrollar habilidades de rechazo: Además de la asertividad, la juventud necesita habilidades prácticas para negarse. Esto podría incluir tener preparadas excusas o estrategias para evitar situaciones de presión de grupo, como sugerir una actividad alternativa o cambiar de tema. Ofrecer situaciones reales en los talleres y dejar que los/as participantes practiquen estas habilidades en un entorno seguro es una forma eficaz de dotarles de estas herramientas.
  • Crear una red de apoyo entre iguales: Animar a los/as jóvenes a establecer relaciones con compañeros/as que compartan sus valores puede ayudarles a resistir las influencias negativas. Facilitar actividades de grupo o programas de tutoría en los que se fomente el apoyo positivo entre iguales puede crear una red social protectora.

Ejemplo práctico

Un centro escolar o comunitario podría acoger programas de liderazgo entre iguales, en los que se forma a jóvenes seleccionados para que actúen como mentores o modelos para sus compañeros/as, proporcionándoles consejos y orientación sobre cómo resistir la presión de grupo. Estos líderes pueden dirigir talleres y actividades que enseñen a los estudiantes más jóvenes a gestionar la presión de grupo en situaciones sociales.

e) Formación en Capacidades Interpersonales: Reconocer y Regular la  emocional

La capacidad de reconocer y regular las emociones -tanto en uno/a mismo/a como en las interacciones con los demás- es fundamental para alcanzar objetivos personales y mantener relaciones sanas. Al mejorar estas capacidades interpersonales, los/as jóvenes están mejor preparados para manejar las dinámicas sociales que a menudo contribuyen a las conductas de juego.

Capacidades interpersonales clave:

  • Conciencia emocional: Enseñar a los/as jóvenes a reconocer sus estados emocionales en tiempo real puede prevenir comportamientos impulsivos como el juego. Esta conciencia es el primer paso para regular sus emociones en contextos sociales.
  • Empatía y conciencia social: Comprender las señales emocionales de los demás ayuda a los/as jóvenes a desenvolverse con eficacia en situaciones sociales. Los juegos de rol que fomentan la empatía, como ”¿Qué harías si tu amigo te presionara para apostar?”, pueden mejorar la conciencia social y promover comportamientos prosociales.
  • Habilidades para resolver conflictos: Enseñar a los/as jóvenes a gestionar y resolver conflictos de forma constructiva puede reducir el estrés y las emociones negativas que a veces conducen al juego. Los talleres que incluyen técnicas de negociación, escucha activa y consolidación de la paz pueden ayudar a mejorar la capacidad de los/as jóvenes para manejar los conflictos interpersonales sin recurrir a comportamientos de evitación como el juego.

Ejemplo práctico

Un taller de resolución de conflictos podría llevarse a cabo en escuelas o programas comunitarios, donde los/as jóvenes practiquen la resolución de conflictos hipotéticos, debatiendo cómo gestionar las emociones, negociar y encontrar un terreno común sin llegar a comportamientos poco saludables.